Hemos pasado muchos años utilizando colores chillones y superficies brillantes para decorar nuestras viviendas. Pero, ¿por qué lo hacíamos?; y lo que es más importante, ¿por qué ya no?.
En la década del 2000 al 2010, estábamos compran nuestras primeras viviendas los que nos había criado en casas decoradas por nuestros padres. Nos criamos entre muebles de madera, color madera; el gotelé, con cada habitación de un color pastel; las lámparas colgantes, con bien de cristales; suelos de terrazo, cuanto más brillantes mejor; las cortinas de colores pastel con sus visillos, pliegues y florituras; pomos dorados y cuadros pintados por nosotros mismos.
Cuando por fin pudimos decorar nuestras viviendas, decidimos tirar de un estilo minimalista. Ya no queríamos tantas florituras, porque comenzábamos a cambiar nuestro estereotipo de que las casas y los muebles son para siempre. Decidimos eliminar el gotelé, complicando un poquito la vida más a los pintores, porque ya teníamos placas de yeso que quedaban rectas. Decidimos comenzar a pintar de blanco las paredes para dar amplitud a nuestras viviendas. Decidimos cambiar las cortinas por paneles japoneses que invadieron casi todas las viviendas. Mesas de “cristal” que, a penas, se veían, pero daban un toque completamente diferente al de la casa de nuestras familias. También aquellas lámparas colgantes las sustituimos por focos incrustados en el techo, que nos ahorraban la limpieza exhaustiva 1 vez a la semana. Nos revelamos contra los muebles de madera heredados y los cambiamos por muebles lacados, preferiblemente blancos y brillantes. Sí, sí, brillantes. Ahí nos dimos cuenta de que podíamos meter nuestro gran toque de color. En pocas casas faltaba el toque rojo brillante, en la cocina, en el salón, o incluso en alguna habitación.
Pero, ahora ¿qué ha pasado? De repente el interiorismo busca ser natural. Han ocurrido varias cosas:
Toca dar de nuevo un giro a los que nos ha incomodado de la decoración anterior
- Los materiales brillantes en exceso dan sensación de frialdad
- Los colores estridentes nos alteran el estado de ánimo, pudiendo incluso generar ansiedad
- El exceso de iluminación nos afecta a la hora de dormir.
El ser humano ha tomado consciencia de su huella en el planeta. Debemos dejar de consumir plástico y de usar materiales que consuman demasiada energía en fabricarse.
Nos hemos dado cuenta de podemos decorar conforme al estilo de vida que queremos en cada momento, sin aferrarnos a nuestros muebles de por vida. Nos gusta darles una segunda vida, reinventarlos, teñirlos y vestirlos con telas naturales.
Lo más importante que he aprendido yo a lo largo de mi carrera, es a cómo el interiorismo y la decoración afectan a la salud, tanto mental como física de las personas. Nos toca crear espacios cada vez más naturales, que nos den cobijo y nos hagan sentir a gusto, con materiales que no emitan tóxicos y que respeten el medio ambiente.